El camino que Cristo nos dejó a todos aquellos que deseamos seguirle sólo tiene dos senderos: la victoria o el fracaso.
Un cristiano victorioso no es aquel que nunca peca o no se equivoca jamás, sino aquel que a pesar de todo se mantiene fiel a Dios y gracias a esa fidelidad diaria, su vida se va transformando a la imágen de nuestro Señor.
Fidelidad y sus sinónimos: compromiso y lealtad, son palabras que además de dar miedo parecieran haber pasado de moda en nuestra ya de por sí ligera sociedad. La realidad es:
¡No hay atajos en el camino a la eternidad!
Sólo la fidelidad nos permitirá siempre estar enfocados en nuestra meta, sólo la verdadera lealtad a nuestro Maestro nos transformará en este mundo y nos preparará para el venidero.
Una persona fiel es alguien constante en su comportamiento y ánimo de tal manera que resulta confiable. No hay duda que esto es lo que necesitan nuestras familias, nuestra sociedad y la iglesia de nuestros días.
¿Tomarás el reto de ser FIEL?